En los primeros momento de la ruptura, cuando se produce la separación
física, son imprescindibles un conjunto de normas básicas para que las cosas se desarrollen
adecuadamente y los hijos puedan adaptarse debidamente a la nueva situación:
A. Pactar cuanto antes los tiempos de presencia
de los hijos en las casas de ambos progenitores. La idea de que los hijos vayan
"de visita" (como un extraño) a casa de uno de los progenitores
debería desecharse a todos los efectos.
B. Definir acuerdos básicos entre los
progenitores sobre criterios educativos y normas en ambos hogares.
C. Evitar los excesos económicos (regalos,
...) con los hijos. Suele ser un medio habitual (y absolutamente
desaconsejable) para "compensar" las dificultades que han de afrontar
nuestros hijos por la ruptura. La discreción y moderación en los
comportamientos desarrollan valores adecuados. Es muy importante no pretender
diferenciarse del otro progenitor mediante el consumo y el gasto. NUNCA se es
mejor padre o madre por gastar más que el otro.
D. Intentar crear entornos cómodos en ambos
hogares, de manera que se disponga de los esencial y básico en cada uno de
ellos, evitando así la sensación de precariedad en uno de los hogares con
respecto al otro.
E. Intentar, en la medida de lo posible, la
cercanía de ambos hogares. Esta circunstancia ayuda en gran manera a
nuestros hijos y facilita su adaptación a la nueva situación.
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