lunes, 16 de abril de 2012

¿Es buena o mala la televisión?

Probablemente no exista en España un solo hogar sin, al menos, un televisor. Este medio de comunicación se ha convertido con mucho en el de mayor poder e influencia de todos los que existen. La unión de la imagen y el sonido, la posibilidad de contemplar los acontecimientos en tiempo real, la capacidad de conocer realidades remotas, su capacidad para generar emotividad y otras muchas características que distinguen al medio televisivo, la convierten en el medio de comunicación de masas por excelencia, en tanto en cuanto, es, además, el de mayor difusión, al no necesitar ninguna preparación previa para su consumo.
Ahí, precisamente, es donde reside el mayor peligro potencial de la televisión, en su calidad de poderoso medio, capaz de llegar a mucha gente en muchos lugares, empleando técnicas que le permiten acceder a la emotividad de los receptores. La televisión, por tanto, es un importantísimo instrumento de poder al servicio de una u otra función social, en función de uno u otro mensaje, de ahí que su influencia en la juventud deba ser tenida muy en cuenta. Observando la mayoría de los programas de televisión, podemos concluir que la televisión presenta una mayor parte de su programación de baja calidad educativa e, incluso, ciertos riesgos para los jóvenes.


  • No obstante, las mismas características que otorgan una potencial peligrosidad a la televisión pueden hacer de ésta una buena herramienta formativa si padres y educadores toman las medidas necesarias para ello. A continuación se ofrecen unos consejos que pretenden hacernos reflexionar sobre las actuaciones que las familias pueden llevar a cabo para eliminar los efectos nocivos que la televisión pueda tener sobre sus hijos y, al mismo tiempo, aprovechar a este medio como instrumento al servicio de la mejor educación de los jóvenes.
En el próximo post se expondrá un decálogo para un uso educativo de la televisión.

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